Jose Luis dejó que Hanna se adelantara mientras corrían. No porque
estuviera cansado, sino porque quería mirarla. Desde que se le ocurrió
la idea de añadir sexo a su relación, Hanna había dejado de ser solo
Hanna.
Esa
mañana se había sobresaltado al ir a buscarla a su casa para iniciar la
carrera de los domingos. Llevaban años haciendo lo mismo. Primero
corrían por el parque, luego iban a la casa de élla a darse una ducha
rápida, desayunar y leer . Luego
quedaban para comer en un restaurante ******* con los demas. Se permitía
la presencia de invitados que hubieran pasado la noche con cualquiera,
pero casi siempre eran ellos seis. A menos que Hanna estuviera de
viaje. Pero casi siempre los domingos
eran iguales. El hábito era tan cómodo como una camisa vieja. Al menos
así solía ser.
Pero
ese día, cuando Hanna le abrió la puerta, el primer pensamiento de Jose Luis había sido sobre sexo. Había sido increíblemente consciente de su
torso. Era un gran torso. Era
esbelta, fuerte y sexy Hanna
Luego
notó su cara. Una cara que consideraba tan familiar como la suya
propia. Pero algo era distinto. Su percepción había cambiado, aunque
realmente no entendía por qué. Hanna siempre había sido hermosa. Aunque
eso no era lo importante sobre ella. Podría haber sido fea y aún así la habría querido. Sin embargo, ese día su aspecto tuvo un impacto que lo sorprendió. Era como si la viera por primera vez.
Su
cabello castaño, largo, le iba a la perfección. Siempre había
admirado sus ojos. Eran hermosos. Lo que no entendía era por qué no se había
fijado antes en ella.
Luego,
por supuesto, estaba su boca. Su sonrisa siempre le había causado un
gran placer, pero nunca había analizado el porqué. Tenía una de las diez
mejores bocas que había visto. Unos labios perfectamante moldeados
sobre unos dientes blancos. Se trataba de una boca que daban ganas de
besar. Todos esos años y no se había dado cuenta hasta entonces. Bueno,
salvo por el primer año en la universidad. Entonces había pensado mucho
en su aspecto. Pero nunca daban la impresión de estar disponibles al
mismo tiempo, por lo que se había obligado a no pensar en ella de esa
manera. Cuando ambos quedaron libres, ya se habían hecho amigos. Y en
ese momento, cuando pensaba en ella de esa manera, le sorprendía que no
hubiera ocurrido años antes.
Narra JL:
¿Quién lo habría
pensado?¿Lo había dado por hecho todo ese tiempo? No le extrañaba que
todo tipo de hombres la invitaran a salir. Inteligente, atractiva,
amable y divertida, era todo lo que una persona podía desear en un
amiga. Y en un amante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario