sábado, 21 de septiembre de 2013

Capitulo 16

Jose Luis dejó que Hanna  se adelantara mientras corrían. No porque estuviera cansado, sino porque quería mirarla. Desde que se le ocurrió la idea de añadir sexo a su relación, Hanna había dejado de ser solo Hanna.


Esa mañana se había sobresaltado al ir a buscarla a su casa para iniciar la carrera de los domingos. Llevaban años haciendo lo mismo. Primero corrían por el parque, luego iban a la casa de élla a darse una ducha rápida, desayunar y leer . Luego quedaban para comer en un restaurante ******* con los demas. Se permitía la presencia de invitados que hubieran pasado la noche con cualquiera, pero casi siempre eran ellos seis. A menos que Hanna estuviera de viaje. Pero casi siempre los domingos eran iguales. El hábito era tan cómodo como una camisa vieja. Al menos así solía ser.

Pero ese día, cuando Hanna le abrió la puerta, el primer pensamiento de Jose Luis había sido sobre sexo. Había sido increíblemente consciente de su torso. Era un gran torso. Era esbelta, fuerte y sexy Hanna

Luego notó su cara. Una cara que consideraba tan familiar como la suya propia. Pero algo era distinto. Su percepción había cambiado, aunque realmente no entendía por qué. Hanna  siempre había sido hermosa. Aunque eso no era lo importante sobre ella. Podría haber sido fea y aún así la habría querido. Sin embargo, ese día su aspecto tuvo un impacto que lo sorprendió. Era como si la viera por primera vez.

Su cabello castaño, largo, le iba a la perfección. Siempre había admirado sus ojos. Eran hermosos. Lo que no entendía era por qué no se había fijado antes en ella.

Luego, por supuesto, estaba su boca. Su sonrisa siempre le había causado un gran placer, pero nunca había analizado el porqué. Tenía una de las diez mejores bocas que había visto. Unos labios perfectamante moldeados sobre unos dientes blancos. Se trataba de una boca que daban ganas de besar. Todos esos años y no se había dado cuenta hasta entonces. Bueno, salvo por el primer año en la universidad. Entonces había pensado mucho en su aspecto. Pero nunca daban la impresión de estar disponibles al mismo tiempo, por lo que se había obligado a no pensar en  ella de esa manera. Cuando ambos quedaron libres, ya se habían hecho amigos. Y en ese momento, cuando pensaba en ella de esa manera, le sorprendía que no hubiera ocurrido años antes.

Narra JL: 
¿Quién lo habría pensado?¿Lo había dado por hecho todo ese tiempo? No le extrañaba que todo tipo de hombres la invitaran a salir. Inteligente, atractiva, amable y divertida, era todo lo que una persona podía desear en un amiga. Y en un amante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario