viernes, 4 de octubre de 2013

Capitulo 25

— Voy a darme una ducha— dijo cuando JL aceptó el café.

— Hanna, ¿puedo hacerte una pregunta?

— No

Esperó verla sonreír, pero no lo hizo.

— Ni siquiera sabes de qué se trata.

— Si no es sobre los chistes, el clima o el trabajo, no quiero oírla.

— Ok, ok— se hundió en el sofá, maravillándose de lo desequilibrada que era Hanna. La había visto con todo tipo de hombres,  en las citas que siempre le estaba preparando  sus amigas, pero jamás la había visto perder el equilibrio.

Dejó que se marchara, contento de no haberle preguntado si había pensado en besarlo. Toda su actitud revelaba la respuesta.

Pero la suya, a pesar del desliz de la ducha, seguía siendo la misma. Si lograban superar esa fase de incomodidad, estaba convencido de que juntos podrían disfrutar de algo fabuloso. Rara vez tenía intuiciones fuertes, pero cuando aparecían siempre resultaban acertadas.

Puede que necesitaran un tiempo, pero, ¿qué importancia tenía eso? Disponían de tiempo y Hanna no iba a ninguna parte. En realidad, avanzar despacio tenía mucha lógica. Arriesgaban mucho, y no deseaba precipitar nada.

Muy bien, pensaba seguir adelante. Iban a hacerlo. Lo que esa mañana había sido un pregunta nebulosa, ya se había convertido en una decisión sólida. Las sensaciones eran correctas y buenas.

Y lo asustaban.

* Restaurante*

Hanna ocupó su lugar en la mesa redonda. Siempre era igual: Jose Luis, Hanna, Raul y Ashley. Todos en un bonito círculo de chico, chica, chico, chica. La única vez que cambiaban era cuando alguien, por lo general Ashley, iba con un invitado. Pero en los años que llevaban, eso no había sucedido en más de seis ocasiones.

Su almuerzo de los domingos se había convertido en un ritual sagrado. Los camareros los conocían tan bien, que apenas unos minutos después de que llegara la primera persona ya comenzaban a llevar a la mesa los aperitivos.



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