— Creo que los dos tienen que acabar con esto de una vez— comentó Ash en
serio, mirando a Hanna—. Cuanto más lo demoren, de más tiempo dispondrían para
estropearlo. Vamos. Piensen en esas dobles citas horribles que nuestros amigos
les preparan siempre. En todas terminan pasando la noche hablando entre ustedes
Jose Luis y Hanna mientras sus parejas se aburren. Creo que no deberían
precipitarse. Es algo importante. Que no hay que tomárselo a la ligera.
— Yo creo que todos deberíamos dedicarnos a comer y a hablar de otra cosa— se dedicó a prepararse un panecillo. – menciono hanna
— Yo aún quiero oír lo que raul tiene que decir— menciono Ash, Jose Luis removió el café como hacía siempre que estaba nervioso.
Hanna quiso decirle que comiera. Apenas había desayunado, lo cual no era bueno para el. Preocuparse por Jose Luis se había convertido en un ritual como lavarse los dientes. No era que el prestara atención alguna vez a sus consejos. Sin embargo, siempre se los daba.
Claro está que Jose Luis hacía lo mismo con Hanna. Dios, si ya eran una pareja. Lo único es que vivían en apartamentos separados y, bueno, estaba lo del sexo.
Eso resultaba tentador como el infierno. Era tan perfecto y ya lo quería mucho. Pero quizás el motivo para quererlo era que no le pedía nada, salvo amistad. No se irritaba cuando cambiaba los planes. No necesitaba saber dónde estaba en cada minuto del día.
Lo que tenían era estupendo. Lo mejor de su vida
— Yo creo que todos deberíamos dedicarnos a comer y a hablar de otra cosa— se dedicó a prepararse un panecillo. – menciono hanna
— Yo aún quiero oír lo que raul tiene que decir— menciono Ash, Jose Luis removió el café como hacía siempre que estaba nervioso.
Hanna quiso decirle que comiera. Apenas había desayunado, lo cual no era bueno para el. Preocuparse por Jose Luis se había convertido en un ritual como lavarse los dientes. No era que el prestara atención alguna vez a sus consejos. Sin embargo, siempre se los daba.
Claro está que Jose Luis hacía lo mismo con Hanna. Dios, si ya eran una pareja. Lo único es que vivían en apartamentos separados y, bueno, estaba lo del sexo.
Eso resultaba tentador como el infierno. Era tan perfecto y ya lo quería mucho. Pero quizás el motivo para quererlo era que no le pedía nada, salvo amistad. No se irritaba cuando cambiaba los planes. No necesitaba saber dónde estaba en cada minuto del día.
Lo que tenían era estupendo. Lo mejor de su vida
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