La observó un rato y llegó
a la conclusión de que en la siguiente vida planificaria las comidas, conjuntar
la ropa, ir al mercado. Decidir qué diablos iba a hacer con Hanna.
Fue a su mesa y sacó la agenda. Dios, se suponía que Hanna y Jose Luis debían salir en una cita doble la semana siguiente. Tendría que meditar en el asunto. Tal vez no deberían ir. Por otro lado, quizá fuera lo mejor. Pero en ese momento estaba demasiado cansado para pensar en ello.
Si Hanna decidía que no quería cambiar su relación, perfecto. Se adaptaría. Quizá con el tiempo conocería a alguien en quien pudiera confiar lo suficiente como para acostarse con ella. Alguien de quien supiera que jamás se enamoraría.
No era tan horrible. Tenía tantas bendiciones... su carrera, sus amigos, tenía gente a la que poder recurrir en busca de consejo y consuelo. En realidad nunca había estado solo JL, ni había temido pasar tiempo solo. Cierto era que resultaba un poco triste perderse esa parte de la vida. Pero tampoco era una tragedia. Ni siquiera le impedía tener hijos. Siempre podía adoptar o someterse a inseminación artificial. No, estaría bien. Muy bien.
Pero le encantaría que Hanna y el pudieran dar ese último paso. Porque la verdad era que echaba de menos que le abrazaran. La extrañaba tanto que le producía un dolor interior.
Se imaginaba a los dos en una cama grande bajo el edredón. Viendo alguna película antigua, compartiendo palomitas de maíz, tocándose. Riendo. Abrazándose durante las largas noches.
Fue a su mesa y sacó la agenda. Dios, se suponía que Hanna y Jose Luis debían salir en una cita doble la semana siguiente. Tendría que meditar en el asunto. Tal vez no deberían ir. Por otro lado, quizá fuera lo mejor. Pero en ese momento estaba demasiado cansado para pensar en ello.
Si Hanna decidía que no quería cambiar su relación, perfecto. Se adaptaría. Quizá con el tiempo conocería a alguien en quien pudiera confiar lo suficiente como para acostarse con ella. Alguien de quien supiera que jamás se enamoraría.
No era tan horrible. Tenía tantas bendiciones... su carrera, sus amigos, tenía gente a la que poder recurrir en busca de consejo y consuelo. En realidad nunca había estado solo JL, ni había temido pasar tiempo solo. Cierto era que resultaba un poco triste perderse esa parte de la vida. Pero tampoco era una tragedia. Ni siquiera le impedía tener hijos. Siempre podía adoptar o someterse a inseminación artificial. No, estaría bien. Muy bien.
Pero le encantaría que Hanna y el pudieran dar ese último paso. Porque la verdad era que echaba de menos que le abrazaran. La extrañaba tanto que le producía un dolor interior.
Se imaginaba a los dos en una cama grande bajo el edredón. Viendo alguna película antigua, compartiendo palomitas de maíz, tocándose. Riendo. Abrazándose durante las largas noches.
Ira saltó sobre el escritorio y se sentó justo encima de la agenda. Lo miró con sus inquisitivos ojos.
Mientras le rascaba las orejas, Jose Luis sonrió. Quizás no tuviera que esperar hasta la siguiente vida para sentirse tan satisfecho. Si las cosas iban bien, lo cual esperaba, Hanna y el podían sentirse a gusto en el conocimiento de que se hallaban a resguardo. De que sus necesidades se veían complacidas. De que no se harían daño ni se abandonarían. Sería perfecto
No hay comentarios:
Publicar un comentario