— ¿Qué pasa?
— Nada— repuso y aumentó la distancia que los separaba.
— Tu cara indica otra cosa. ¿Y bien?— la miró con expresión curiosa
El traje negro hacía que fuera dolorosamente consciente de lo que había debajo. De pronto tuvo el impulso de pedirle que entraran en el ascensor.
— ¿Hola?— insistió Jose Luis.
— Vamos a comer. Me muero de hambre. - menciono Hanna
JL meneó la cabeza y luego se encogió de hombros. Hanna se cercioró de que no se tocaran al salir del edificio o al caminar por ******. Pero de reojo no paraba de mirar cómo su pelo le brillaba al sol, su andar seguro y grácil. La siguiente vez que Jose Luis experimentara el impulso de jugar sexualmente con alguien, iba a encargarse de ser la primera en estar en la línea de fuego.
Una niña pequeña, de tres o cuatro años, se hallaba de puntillas mientras intentaba meter un sobre en un buzón. Su padre, al menos JL dio por hecho que se trataba de su padre, se hallaba detrás de ella, animándola con las manos listas para alzarla si no lo conseguía. Al final lo logró y soltó un grito de placer ante su monumental logro. Su padre la levantó en brazos, la abrazó y entre risas los dos marcharon por entre la multitud de la Quinta Avenida.
— Nada— repuso y aumentó la distancia que los separaba.
— Tu cara indica otra cosa. ¿Y bien?— la miró con expresión curiosa
El traje negro hacía que fuera dolorosamente consciente de lo que había debajo. De pronto tuvo el impulso de pedirle que entraran en el ascensor.
— ¿Hola?— insistió Jose Luis.
— Vamos a comer. Me muero de hambre. - menciono Hanna
JL meneó la cabeza y luego se encogió de hombros. Hanna se cercioró de que no se tocaran al salir del edificio o al caminar por ******. Pero de reojo no paraba de mirar cómo su pelo le brillaba al sol, su andar seguro y grácil. La siguiente vez que Jose Luis experimentara el impulso de jugar sexualmente con alguien, iba a encargarse de ser la primera en estar en la línea de fuego.
Una niña pequeña, de tres o cuatro años, se hallaba de puntillas mientras intentaba meter un sobre en un buzón. Su padre, al menos JL dio por hecho que se trataba de su padre, se hallaba detrás de ella, animándola con las manos listas para alzarla si no lo conseguía. Al final lo logró y soltó un grito de placer ante su monumental logro. Su padre la levantó en brazos, la abrazó y entre risas los dos marcharon por entre la multitud de la Quinta Avenida.
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