Sacó el
cepillo de dientes y el enjuague bucal. Luego vio el cepillo de dientes de Jose
Luis, aún húmedo, encima de sus utensilios para afeitarse. Lo había visto cientos
de veces en el baño de su casa. Y nunca le había dado importancia. Pero en ese
momento parecía el colmo de la intimidad. Lo había usado para tener un aliento
fresco cuando la besara. Tenía que hablar con Ashley sabría que hacer. ¿Dónde
estaba el teléfono, y quién demonios había pensado que prohibir las llamadas
telefónicas durante el fin de semana era una buena idea?
Oficialmente dependía de sí misma, y lo detestaba. Con mano temblorosa, echó pasta de dientes sobre el cepillo y entonces se le ocurrió. No estaba sola. Su mejor amigo en todo el mundo se hallaba en la otra habitación. Podía contarle que estaba nerviosa y él lo entendería. La cuestión era que en ese momento podía salir y decirle que quería cancelarlo todo. Después de todo, se trataba de Jose Luis, quien conocía sus inseguridades, sus defectos, su locura y, de todos modos la quería.
La ansiedad que la había acosado durante unos momentos se desvaneció en una oleada de alivio. Se había estado volviendo loca por nada. Era Jose Luis. Simplemente Jose Luis. Todo saldría bien
Oficialmente dependía de sí misma, y lo detestaba. Con mano temblorosa, echó pasta de dientes sobre el cepillo y entonces se le ocurrió. No estaba sola. Su mejor amigo en todo el mundo se hallaba en la otra habitación. Podía contarle que estaba nerviosa y él lo entendería. La cuestión era que en ese momento podía salir y decirle que quería cancelarlo todo. Después de todo, se trataba de Jose Luis, quien conocía sus inseguridades, sus defectos, su locura y, de todos modos la quería.
La ansiedad que la había acosado durante unos momentos se desvaneció en una oleada de alivio. Se había estado volviendo loca por nada. Era Jose Luis. Simplemente Jose Luis. Todo saldría bien
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