No sería justo. Toda la idea del sexo con Jose Luis era para que su vida dejara de ser complicada, no para añadir muevas dimensiones de angustia y tortura. Más aún, mucho más, se suponía que no iba a poner en peligro la relación básica que mantenían.
—Todo tuyo. – dijo Jose Luis
Giró en redondo al oír la voz de él. Se dirigió hacia hanna desnudo y limpio, con una sonrisa tan calurosa que le quitó el aliento. El impulso de tocarlo fue tan fuerte que la mano se le adelantó sin que le diera permiso.
Jose Luis la tomó entre las suyas, le dio la vuelta y le besó la palma. Le puso la piel de gallina, se le endurecieron los pezones y sintió una oleada de calor entre las piernas. Bajó la vista y vio que también Jose Luis se había visto afectado. Con el beso más leve había comenzado a erguirse.
—¿Sigues hambrienta?—preguntó Jose Luis.
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