Cada vez que creía que habían alcanzado el máximo, lograban ascender aún más. A Hanna le bastaba con mirarlo para que Jose Luis se pusiera firme. Nunca tenía suficiente.
El rabino volvió a hablar en inglés. David pronunció sus votos y Mari los suyos. El anillo pasó al dedo de ella. Luego David aplastó con el pie las copas y el recinto se llenó con un coro de Mazel Tovs.
Hanna aferró la mano de Jose Luis y la apretó con fuerza. Durante un segundo descabellado, justo cuando David y Mari se besaban por primera vez como marido y mujer, Jose Luis se vio como el prometido de Hanna. Se imaginó envejeciendo a su lado. Como si observara a través de un calidoscopio, vio una vida distinta de la que había imaginado. Fotos juntos, risas, hacer el amor, alimentar a los bebés y despertar cada día con una sonrisa.
Desapareció con la misma rapidez con la que llegó. Una vez más volvió a ser el tipo de la quinta fila del templo, de pie para mirar cómo la nueva pareja avanzaba por el pasillo. Pero durante un rato le costó respirar. Hasta darse cuenta de que se debía a la atmósfera, la boda y todas las mujeres llorando. No era más que uno de esos momentos carentes de relevancia.
Hanna se sentó entre Jose Luis & Gloria. Se había arreglado el maquillaje, borrando todo rastro de lágrimas sentimentales. Carolina & Carlos estaban frente a ella, junto al asiento reservado de Christian, aunque no lo había visto desde que se marcharon a la sala de banquetes.
Todo era hermoso.
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