lunes, 10 de febrero de 2014

Capitulo 109



Jose Luis esperaba impaciente que Hanna contestara al teléfono. No estaba exactamente borracho, pero tampoco sobrio. Comer con Tere siempre surtía ese efecto en él. Ella parecía contrarrestar cualquier reacción al alcohol. Era toda una hazaña, pero su madre siempre guardaba muchas sorpresas.

El padrastro número seis. En cuanto su verdadero padre se enterara de la inminente boda, le pediría a Tiffany que se casara con él. Así era como funcionaba entre sus padres. En su familia, ningún matrimonio se libraba del castigo. Ninguna pensión era demasiado elevada para no correr ese riesgo. La persona que dejara más vidas arruinadas a su espalda ganaba.

Volvió a apretar el botón del ascensor, a punto de dejar caer el teléfono móvil, y deseó que Hanna respondiera. La plegaria funcionó.

—¿Hola?

—Soy yo.

—Hola.

—¿Estás bien?

—Sí, estoy bien.

No sonaba bien.

—Te importa si voy a verte?

—No sé, Jose Luis. Me encuentro algo ocupada.

—Necesito verte. No te lo pediría si no fuera importante.

Ella tardó un rato en contestar. El suficiente para que el ascensor llegara a la planta baja.

—dijo al fin—. Ven.

—Gracias. Llegaré en seguida —cortó, luego entró en el ascensor. Treinta segundos más tarde, llegó a su piso y tras avanzar unos pasos se plantó ante su puerta. Llamó, y el alivio de verla, de estar con ella, fue una sensación física. El corazón se tranquilizó, la ansiedad se mitigó. Iba a entrar en su espacio seguro, el único en la tierra donde nada podía herirlo: los brazos de Hanna.

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